jueves, 11 de octubre de 2007

Pastillas, Yogurt y flan. Piti Fernandez (Parte II)

-Segunda parte de la entrevista-

¿Cómo es la relación con el público?

La relación con el público es muy cercana. Desde todo punto de vista. Eso es hermoso también, eso es muy lindo. Porque hay veces que me paso todo el show hablándole a la gente abajo que conozco, Cari, Charly, Pollo. Están todos ahí, mismo a veces son alguno de los temas que canto, “El Enano”, que está ahí abajo. No es que es el público. Muchas veces son los pibes, cada vez son más. Siempre fue así el trato con el público, pero bueno las cantidades fueron diferentes. Lo que cambió fueron las cantidades pero el trato con el público sigue desde Remembranza (local en donde tocaron por primera vez).

Comenta también historias de mails que le llegan, cartas. Se emociona contando sobre una chica anoréxica con la que fue a desayunar, y hoy está curada. Toma al público como sus amigos, intenta mantener esa relación de las primeras presentaciones, a pesar de que sabe que en cada recital se le hace, por suerte, un poco más difícil.

¿Cómo se fue formando Las Pastillas?

Desde los quince años con Alejando (el tecladista) y yo. El batero era Eduardo Siglioni, en el teclado esta Ale, yo estaba en la guitarra y voz, el hermano del Gordo estaba en la guitarra y el bajista era Pato Méndez. Pato en un momento dijo “yo quiero estudiar medicina, sé que ustedes la van a pegar, pero quiero curar gente”, estaba muy conciente el chabón. Entonces ya que vamos a buscar bajista y guitarrista, busquemos otro guitarrista más así dejo la viola porque soy un desastre. Yo estudiaba en el Sadem, el sindicato argentino de músicos. Hablé con Fer porque era uno de los pocos músicos que me parecía copado, porque yo tenía una cultura de calle que no iba con el neohippismo. Me pareció copado y trajo al Bocha que me pareció copado, lo trajo a Santi que me pareció copado. Después el Gordo se fue y abrió Los enviados de Thot, y ahí vino Juan Comas a la batería. Primero entró Juan y después entró Joel en saxo. Y ahí quedó conformado. Estuvimos desde los quince hasta los dieciocho, diecinueve, con la formación anterior. Hubo 6 o 7 meses de quilombo interbandístico y después 5 años con esta formación.

¿Para vos qué es rock barrial? ¿Un estilo de música o una forma de hacer música? A partir de esto, ¿qué significa el barrio para vos?

Cuando se habla de rock barrial, por lo menos a mi se me viene a la cabeza el tema de la lírica. Musicalmente hablando puede ser que se haya generalizado el rock and roll poco experimental como rock barrial. En cuanto a lo lírico, una cosa es la jerga por ejemplo. El hablar de fútbol, es un poco también un poco estar en el barrio, haber jugado en la vereda o en el parque hasta las 5 de la mañana. Y cuando se habla de barrio se habla de calle. Por lo menos es mi sensación. Y si la lírica es otra que no sea lunfardo, es mucho más probable que sea venida de un barrio más norte que sur. Y ya deja de ser barrio. Porque la palabra barrio se la adueñó un poco la clase media baja. Estaría mejor preguntárselo a Felix Luna todo esto, sabría bastante más que yo. Parece ser como si se hubiera estandarizado el rock and roll Viejas Locas, Ratones Paranóicos, más cuatro por cuatro, como si fuera de Boedo, y otro tipo de música como si no fuera barrial, como si fuera de Barrio Norte o Belgrano. Y también parece como si se hubiera estandarizado la lírica. Como que el lunfardo nació en la calle, nació en el barrio, nació en la clase media baja. Tiene mucho que ver con lo económico digamos. No puede pagarlo, lo consigue, lo busca. Lo crea. El que no puede pagar una cancha la crea mirando una calle, una vereda y esa misma es la cancha. Y eso es lo que quise decir, gente de barrio, gente de calle. Gente que en la calle crea lo que no puede pagar.

Piti filosofa sobre el barrio. Hay lectura detrás de su lectura, de su forma de apreciar la realidad. Con sus 24 años intenta formarse cada día un poco más para transmitir un mensaje completo, sin fisuras, y útil para el que lo quiera recibir.

2 comentarios:

Pamela Castaldi dijo...

Ayer creo que se terminó el manto, digo creo porque ya fueron innumerables las veces que dije que lo terminé. Lo que si es válido es el baile, si, ese que me hizo cruzar mareas de todos los colores y y vicios con más amor que con miedo. Crucé el océano, encontré tierra y me dio más miedo que nunca, porque sentí amor. Por suerte hubo dos que me tiraron el salvavidas, y me hicieron zafar de nuevo.

Fue el primer día que no lloro, será esa la rareza de que después de cruzar el charco, las gomas no me hayan protegido los pies, la felicidad me duro poco. Los elegí, me eligieron. Parece que todavía falta, no me queda otra que aprender la paciencia. Uf , no se termina mas. Estoy presa y aprendo, no tengo sueño, faltan dos horas y ya van 24 que no duermo. ¿Suena raro o familiar? Algo más? Si, que tengo una de 1 y uno de 3. Los salvavidas.

Yo tiraría él dardo en la yugular: está se la pone duro, un poco, algo menos movido, crece como las rosas de la Virgen. Tan rica como si las cuidara el mismo Cristo. Madre Santa, por ahí eso me sigue faltando, amor que me sostenga alguna vez, saber y entender, compartir, proteger, envolver. Es preferible uno de seis que seis de uno, me duele el alma, solo Dios me vio enfrentarme al vendaval siendo un colibrí, buscando abrir el cajón... si, el cajón al que casi nadie quiere llegar.

Que dolor no poder festejar tanto trabajo, su trabajo no el mío, no poder retribuirlos

Gracias

������



Anónimo dijo...

Sin embargo esos 6.04, fueron la gloria. Abrazo de gol.

El sensei